jueves, 21 de mayo de 2009

LUCHAR ORDENADAMENTE


En cuantas ocasiones hemos oído el comentario “es un gran luchador”, “su equipo lucha continuamente”, “se dejan la piel”, tanto en el ámbito profesional, deportivo o personal, pero seguro que no nos hemos parado a pensar como luchamos, como afrontamos nuestra vida, hacia donde vamos, hacia donde nos dirigimos con nuestros esfuerzos, con que fin y de que herramientas disponemos para conseguirlos directa e indirectamente.

Llego a este punto tras haber aprendido de muchos colegas y colaboradores a través de su práctica diaria derivada en ciencia, me refiero a grandes seres humanos que han llegado a dominar el tempo de sus retos diarios. Podría definirlos como los perfectos mentores de futuros colaboradores, tan necesarios en los tiempos que corren y tan poco escuchados y desplazados por artificiales “coaches” de moda.

Prosigo mi admiración a dicho perfil que siempre intenta enfrentarse a retos ordenadamente u ordenar los retos, o más bien objetivos que se le imponen, y con criterio desde una visión básica de la realidad, sopesando las posibilidades y herramientas disponibles, lo que da lugar a que no entre en el juego de la búsqueda de metas utópicas o de corto recorrido en busca de objetivos lucrativos bajo la presión de una nueva dirección o gestión de empresa.

Lo mismo nos ocurre en el plano personal cuando queremos llegar a cientos de destinos y compromisos, pero no reflexionamos sobre la riqueza de cada momento en que vivimos, de nuestro propio y personal compromiso y de cuantas personas a nuestro alrededor disponemos para enriquecer y disfrutar de los mismos. Tanto profesionales como técnicas que estando a nuestro alcance nos resistimos a optar por ellas, posiblemente en una muestra más de nuestro egocentrismo y miedo a compartir intimidades que nos debiliten y descubran esas capas de nuestra personalidad que nos cuesta abrir y entregar.

Es en este punto donde nos convertimos en seres mucho más vulnerables, aunque pueda resultar paradójico, al negar lo que la evolución ha puesto a nuestra disposición, algo tan enriquecedor como el diálogo, la conversación, la convivencia en definitiva.

Y en esta línea de compartir se basa la asunción de retos de forma ordenada y modesta, apoyándose en los que nos rodean y analizando la realidad con los pies en la tierra comprendiendo que nunca somos tan fuertes como nos creemos, y todo ello en un contexto y entorno social lo más enriquecedor posible.